jueves, 16 de agosto de 2007
¡Volvió la alegría vieja!
“Sala llena”, escupieron desde la boletería. “Tamadre”, respondieron los que sobraban. Pasa que Alfredo Casero presentaba "The Casero Experimendo", su última propuesta teatral en el ND Ateneo.
Que Alfredo Casero está completamente limado no es una novedad. La noticia es su vuelta a los escenarios y las nuevas historias que tiene para contar, todas mezcladas con un humor tan delicado e incoherente que solo un seguidor de sus proyectos logra apreciar en un cien por ciento.
Con un gran despliegue de multimedia, ayudadazo por los climas musicales generados por la Orquesta de Tango Astillero, el retorno del creador de "Cha Cha Cha" ya es un verdadero éxito. El publico ya está acostumbrado a sus salidas y no se asombra cuando grita “pija” ni “mierda”, solo ríe contento y cómplice del comienzo de un chiste que nunca va a terminar. Las historias comienzan y terminan en cualquier lugar, siempre con un correcto hilo conductor entre tema y tema.
De fondo, unos videos muestran publicidades animadas que recuerdan a sus trabajos anteriores, en los que la parodia y el chiste negro se unen al absurdo: “Gambertuni, el auto familiar que todos esperamos”, o “Roberto Putuá, el peluquero pop”.
Casero cuenta historias, mezcla tanto la improvisación, que el espectador deja de saber cual es el guión original. “¿Dónde estaba? preguntaba mientras todos reían como buenos fanáticos que son (por momentos exagerados e insoportables, claro) y aplaudían hasta los errores de sus monólogos. Es que Casero es simpático hasta cuando se equivoca, y eso pocos se pueden dar el gusto de alardear.
Antes de su entrada, los personajes de cha cha cha Batman y Robin recorren el teatro en busca de sus lugares. Discuten, hablan de negocios y hasta pelean con una vieja que no los deja de insultar. El público ya los conoce de memoria y aplaude agradecido.
Un show recomendable para revivir los noventa, cuando este humor delirante recién comenzaba a tomar vida de la mano de Capusotto-Alberti-Casero. Mismos gags, mismas incoherencias, y el humor negro de siempre. Algo distinto que por suerte nos podemos seguir dando el lujo de disfrutar.
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