miércoles, 5 de septiembre de 2007

La vida de cualquier rincón


“Norma y Ester, avatares de dos chicas de Munro” logra entretener y hace reír en cincuenta minutos de desgracia, tristeza y soledad.
Ester trabaja en una peluquería. Norma ya no: fue despedida. Un tal Víctor es el dueño de Munro y es el más poderoso de los señores. Decide quien se queda y quien se va, en todo. Ellas lo odian, pero sienten una rara atracción que nunca sabremos por qué. Ester lo espera sin saber cuando llegará. Siente odio por el despido de su amiga y decide vengarse.

La obra utiliza el absurdo, la exageración y los mezcla con el drama de dos mujeres vacías, secas por dentro. Víctor llega (Miguel Salinas) y comienza la persecución, con actuaciones creíbles y gestos interminable a cargo de Romina Sznaider (Ester). Es que los cuatro actores son comunes, como cualquier persona de Munro, o de una peluquería.

Es salir a la calle y elegir al azar tipos que te hagan creer lo que se está viendo. Porque actúan bien, o común, como gente normal. Quizás un par de sobreactuaciones, pero solo algunas. Y no molestaron mucho. Porque se le ponen otras ganas al under: los recursos son mínimos, las luces iluminan lo necesario y las camisetas transpiran enserio.

Basada en el cuento Libro de los afectos raros, de Carlos Gamerro y bajo la dirección de Ana Franchino, quien también es Norma, la amiga coqueta y con mucho maquillaje, de señora que se quiere hacer la concheta, pero viaja en bondi.

El teatro Orfeo queda por Luís M. Campos, al 1375, y es chiquito, es demasiado chiquito, pero se ve una obra de teatro, y se supone que esa es la idea. Son los sábados a las 22 horas y sólo sale quince pesos.

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